miércoles, 27 de abril de 2011

Posted by Dante Romero On 1:00
Escribir es recordar… «Atrapando los detalles».

“El Abuelo Echegoyen”, me ayudó en una página de mi libro… pero él aún no lo sabe.

Llega el momento cuando escribes, que surge —inesperadamente— un personaje. Tiene consistencia propia. Es ágil; se desplaza en la obra relacionándose con otros, y tú te preguntas: ¿De dónde «diablos» has salido?

Algunos otros, pueden surgir e igualmente desvanecerse, sin aportar mucho; pero en cambio otros luchan por sobresalir y se posicionan rápida y fuertemente de tu obra. Así me sucedió en uno de mis libros, en el primero, que ya ingresé el día lunes a Amazon.com (Ahora a llenarme de mucha paciencia, hasta que el sistema lo instale). La escena de esa página era un barco ballenero, en donde el arponero, comienza a manifestar estados de locura, él cree, que no ha matado ballenas, sino seres humanos viviendo dentro de ellas.

El arponero era por cierto, uno de los que mejor salario recibía, dado que gracias a su buena puntería, capturaban las ballenas necesarias y regresaban a puerto.

Para inventar esa única página, tuve que leer sobre barcos balleneros, puertos existentes entre el 1850 al 1880, conocer de arpones y estilos de captura. Aprendí que esas tripulaciones en sus largos viajes, creaban hermosas esculturas de los huesos de sus víctimas. Pues ese tiempo en alta mar era muy prolongado. Que podían colgar hasta cinco ballenas de sus pescantes. Leí también muchísimo sobre las ballenas, su alimentación y reproducción. Me quedé fascinado al conocer de la Ballena Azul, de cómo sus crías crecen noventa kilos por día y beben trescientos litros de leche… cada día.

Y entonces este arponero acariciado por la locura, llegó a tener un sobrenombre, lo llamaron: “El Abuelo Echegoyen”. Mejor dicho, yo le colgué ese apodo.

Quiero que sepan que “El Abuelo Echegoyen” es de carne y hueso. Sí, en la realidad existe. Vive aquí en la ciudad de Lima en Perú. Es dueño de un pequeño restaurante, ubicado muy cerca del Hospital Militar… y es un «viejo» amigo mío. Estudiamos juntos en el colegio Salesiano de la Avenida Brasil. Lo llamábamos así, pues siempre su rostro denotaba mayor edad que la envidiable juventud de todos nosotros en aquella promoción. Ciertamente nunca se volvió loco, como el personaje de mi libro, pero contribuyó bastante… en hacerlo tan vívido y real.

“El Abuelo Echegoyen” tal vez se entere por estas líneas… que un día, me inspiré en su rostro, en él y en ese apodo tan peculiar… para esa página de mi libro.

Saludos y buen día.

Dante Romero.



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