lunes, 17 de noviembre de 2014

Posted by Dante Romero On 1:00
Hace poco terminé de leer una obra de Stephen Edwin King (Portland, Maine, 21 de septiembre de 1947), titulada “Mientras escribo” (Plza & Janés Editores) El libro es una autobiografía sobre sus experiencias como escritor y también sirve como guía para aquellos que elijan entrar en el oficio; fue editado en el año 2000.

Me encontré con Stephen en una de las tantas subastas de libros a las que suelo ir en mi ciudad, el libro me costó un dólar, sí de los verdes de esos americanos. Una verdadera ganga, un regalo. Desde luego no conocía el título, al principio no creía que fuera de ese famoso escritor del suspenso y terror. Pero ciertamente era de él y la cubierta estaba en perfectas condiciones. Su anterior propietario lo trató muy bien.


En el libro, King describe su estilo de escritura de gran longitud y profundidad. Cree que para las buenas historias es mejor crear una pequeña semilla y dejar que la historia crezca y se desenvuelva desde ahí. Generalmente empieza sus historias sin saber el final.


Como sabemos las novelas de Stephen son ricas por su calidad de detalles, continuidad y referencias internas; muchas de sus historias se ven ligadas por personajes secundarios, pueblos ficticios, o eventos de libros pasados, muy al estilo de Lovecraft.

Sus libros contienen referencias a la historia y cultura de los Estados Unidos, particularmente a la más oscura y escalofriante parte de ella. Las referencias están plasmadas en historias de los personajes, en las cuales se explican sus temores. Algunas incluyen el crimen, guerras (especialmente la guerra de Vietnam), y el racismo.

King utiliza un estilo de narración bastante informal, refiriéndose a sus fans como "lectores constantes" o "amigos y vecinos". Este estilo contrasta con los oscuros temas de sus historias.

Stephen King tiene una sencilla fórmula para poder escribir bien: "Lee cuatro horas al día y escribe cuatro horas al día. Si no encuentras el tiempo para hacerlo no podrás convertirte en un buen escritor."



He seleccionado algunos pasajes de su libro que quiero dejarles, espero les seduzca igual que lo hizo conmigo.

Página 20.
Yo no creo que el escritor se haga, ni por circunstancias ni por voluntad (antes sí lo creía). Es un accesorio que viene de fábrica, y que, dicho sea de paso, no tiene nada de excepcional. Estoy seguro que hay muchísima gente con talento de escritor o narrador, y que es un talento que puede potenciarse y aguzarse.

Página 41.
Si no hay objeción, me gustaría aclarar algo lo antes posible. No hay ningún Depósito de Ideas, Central de Relatos o Isla de los Best-séllers enterrados. Parece que las buenas ideas narrativas surjan de la nada, planeando hasta aterrizar en la cabeza del escritor: de repente se juntan dos ideas que no habían tenido ningún contacto y procrean algo nuevo. El trabajo del narrador no es encontrarlas, sino reconocerlas cuando aparecen.

Página 86.
Con mi personaje Carrie White aprendí dos cosas: primero, que la impresión inicial del autor sobre el personaje o personajes puede ser tan errónea como la del lector. Segundo (pero no en importancia), darse cuenta de que es mala idea dejar algo a medias sólo porque presente dificultades emocionales o imaginativas. A veces hay que seguir aunque no haya ganas. A veces se tiene la sensación de estar acumulando mierda, y al final sale algo bueno.

Página 112.
Se empieza a escribir así: poniendo el escritorio en una esquina y, a la hora de sentarse a escribir, recordando el motivo de no hallarse en medio de la habitación. La vida no está al servicio del arte, sino al revés.


Página 115.
¿Qué es escribir? Telepatía, por supuesto. Pensándolo bien, tiene su gracia: la gente se ha pasado años discutiendo si existe, hay personajes como J. B. Rhine que se han devanado los sesos para crear un procedimiento válido de comprobación que lo aísle, y resulta que siempre ha estado perfectamente a la vista, como la carta robada de Poe. Todas las artes dependen de la telepatía en mayor o menor medida, pero opino que la literatura ofrece su destilación más pura.

Página 116.
Los libros son la magia más portátil que existe. Yo suelo escuchar uno en el coche (siempre en versión completa, porque las lecturas de textos abreviados me parecen el colmo), y en general nunca salgo sin un libro. Nunca se sabe cuándo apetecerá tener una válvula de escape: colas kilométricas en los peajes, las salas de embarque de los aeropuertos, las lavanderías automáticas en tardes de lluvia, o lo peor de todo; la consulta del médico cuando se retrasa y tienes que esperar media hora para que te torturen una parte sensible de tu cuerpo. En ocasiones así me parecen indispensables los libros. Si resulta que tengo que pasar una temporada en el purgatorio antes de que manden arriba o abajo, preveo que mientras haya biblioteca no me quejaré.

Página 119.
El acto de escribir puede abordarse con nerviosismo, entusiasmo, esperanza y hasta desesperación (cuando intuyes que no podrás poner por escrito todo lo que tienes en la cabeza y el corazón). Se puede encarar la página en blanco apretando los puños y entornando los ojos, con ganas de repartir rabia y poner nombres y apellidos, o porque quieres que se case contigo una chica, o por esas  ganas de cambiar el mundo. Todo es lícito mientras no se tome a la ligera. Repito: no hay que abordar la página en blanco a la ligera.

Página 130.
Buscar palabras complicadas por vergüenza de usar las normales, es de lo peor que se le puede hacer al estilo. Es como ponerle un vestido de noche a un animal doméstico. El animal pasa vergüenza, pero el culpable de la presunta monería debería pasar todavía más. Propongo desde ya una promesa solemne no usar “retribución” en vez de “sueldo”, ni “John se tomó el tiempo de ejecutar un acto de excreción” queriendo decir que «John se tomó el tiempo de cagar», di «John se tomó el tiempo de hacer sus necesidades» (o «John se tomó el tiempo de ir de vientre»). No es que quiera fomentar las palabrotas, pero sí el lenguaje directo y cotidiano. Recuerda que la primera regla del vocabulario es usar la primera palabra que se te haya ocurrido, siempre y cuando sea adecuada y dé vida a la frase.

Quienes deseen adquirir el libro, sé que posee nueva versión y lo pueden hallar en Amazon y en librerías importantes.

Buen día para todos. Felicidad en sus hogares. Nos leemos.

Dante Romero
Escritor Amazon.com
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