Nuestros besos diurnos,
están matizados de
colores.
Saben a miel y huelen a
campo.
Nuestras manos de
exploradores,
quisiera poseer el hipocampo.
Para esas noches de mar
profundo,
donde desvanecidos de
tanto amar,
quedamos.
Y nuestros besos
nocturnos,
ah, nuestros besos
nocturnos,
bajamos las estrellas en
un segundo,
antes de quedar dormidos
y soñar,
que pronto amanecerá y…
volveremos a amarnos.
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