Me
hicieron la pregunta el otro día y hallé las siguientes respuestas que hoy
comparto con ustedes mis lectoras (es).
La escritura es buena para el alma.
Así lo
siento, al menos en mi caso. Escribir me regocija y sólo estoy haciendo uso de
un don maravilloso que Dios nos ha dado a todos. Por eso dedicar una o dos horas
a escribir, me hace sentir bien.
Me gusta ver germinar una historia.
Es para mí
emocionante ver surgir una de mis novelas. Desde la primera que escribí, hasta
las cinco que hoy escribo. Sí; les confesaré esto, no puedo escribir una sola,
siento que algo me falta cuando lo hago. Cada una tiene sus propios detalles,
sus conflictos y aventuras. Por eso también me encanta tomarme el tiempo en
cada una, después de todo escribir no tiene plazos, salvo que tengas el límite
de un concurso o de algún jefe.
Viajo, viajo y viajo.
Sí, me
encanta viajar y en mis novelas puedo cumplir con este gusto. Cuando viajo en
tiempo presente, suelo utilizar la maravilla de un viaje virtual que me ofrece:
Google Earth. Con ellos llego a cualquier lugar del mundo y así puedo documentar
de detalles pequeños o grandes mis historias. Cuando viajo al pasado, suelo ver
imágenes de la gente y lugares de esa época, trato de ser parte de ellos.
Escribir es entonces hacer lo que tanto me gusta: viajar.
Consolidar mis personajes.
Una de las
novelas que escribo, trata sobre una venganza que atraviesa varios siglos,
hasta llegar a nuestra época. Pronto llegaré al punto final. En ella el
personaje iniciador de toda esta venganza es una mujer, creo que hubiese sido
fácil si fuese un varón. Me costó trabajo al inicio otorgarle las
características que yo buscaba, al final pregunté a varias amigas: ¿qué harías
si se te presentará este acontecimiento en tu vida en esta época pasada? A mi
personaje, lo vestí entonces de todas esas características que ciertamente
superaron las que inicialmente me formé.
Dar la bienvenida a una nueva idea.
Sí, es
delicioso ver llegar una nueva idea, mientras saboreo una taza de café.
Mientras veo caer la llovizna y siento frío. Una nueva historia, nuevos
personajes. Muchas veces quisiera “retardar su aparición” pues aún no he
concluido con las otras.
Darle a las hojas de papel y las teclas de mi
computadora.
Suelo
escribir cada historia en hojas de papel, mientras camino alrededor de mi sala,
dando vueltas y vueltas, deteniéndome algunos minutos para ver por la ventana a
alguna persona haciendo ejercicios en el parque u otra paseando a su mascota.
No puedo escribir sentado. Tengo que estar en movimiento. Luego viene hacer el
otro trabajo, pasar lo del papel a mi computadora y comenzar a ver esa transformación de mi
novela. Esto es algo que me encanta.
Las palabras como piezas de un rompecabezas.
Ya en mi
computadora, lo que escribí en papel surge comienza a tener vida, esa en
donde las palabras se van uniendo como piezas de un rompecabezas. Existen
momentos, cuando termino de escribir y lo leo, cuando me digo: ¿yo escribí
esto? Bueno, te felicito Dante, esto está de maravilla.
Vivir vidas que son más grandes.
Me gusta
que mis personajes vivan vidas que a mí me gustaría vivir. Bueno, ciertamente
como mis anteriores artículos, ya deben de saber que siento que he vivido
tantas vidas… como he muerto en tantas otras.
Compartir mi historia con los demás.
Finalmente
llega lo bonito de escribir una historia, el poder compartirla con los demás.
Esperar que te lean, que te hagan llegar algún halago, comentario, etc. Como el de mi amiga
española Inmaculada Limón, que hace poco me escribió en Twitter: ¡deseando leerte! Existen tantas satisfacciones.
Si mi
artículo fue de su agrado lo invito a compartirlo en sus redes sociales e
incluso dejarme algún comentario.
Hasta
pronto.
Buen día para todos. Felicidad en sus hogares. Nos leemos.
Dante Romero
Consultor
en ventas, negociación, recursos humanos, introducing bróker | Escritor
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