El amor del capitán Stanek

Buscamos escritores

La muerte de los trece bomberos

La cueva de las lechuzas

viernes, 10 de julio de 2020

Posted by Dante Romero On 9:59

Existen librerías desde Boston hasta París, con ese olor de libros viejos, que han comenzado a vender mis novelas. Desde luego esta es una grata noticia -en tiempos de pandemia- que me hizo llegar AbeBooks.com la empresa que las reúne en internet. Todas ellas han decidido iniciar esta oferta con los libros nuevos y usados –pero en buen estado- de: “El amor del capitán Stanek”.

Al venderlas por internet o directamente en sus librerías continúan haciéndome promoción y respetan mis derechos de autor, dado que son libros originales impresos por Amazon.



Según me informa AbeBooks; la selección se debe a dos factores importantes para ellos: el tener más de 14,000 seguidores legítimos en Twitter (@DRS_Escritor) y las cinco estrellas entregadas a mis libros desde las 18 filiales de Amazon distribuidas en todo el mundo.


En mis siguientes publicaciones estaré mostrándolas y viajaremos... desde Boston hasta París.

Librería Brattle

Ubicada en la ciudad de Boston, capital de Massachusetts en los EE. UU., Brattle Book Shop abrió sus puertas por primera vez en 1825. George Gloss tomó posesión en 1949 y su hijo Ken (en la foto de arriba) la dirige hoy. El edificio de tres pisos en el centro de Boston alberga más de 250,000 libros, incluyendo dos pisos de libros usados y un piso de libros raros y anticuarios. Existen libros que incluso por falta de espacio y continuidad de la demanda, se han vertido en el lote exterior vecino.
Encontrar a Brattle Books en Boston es fácil, solo debe de ver el gran libro de dos metros de altura adosado a su pared exterior y el largo lápiz que llevan su nombre.



Brattle Book Shop
9 West Street Boston, MA, U.S.A. 02111

Muchas gracias, AbeBooks

lunes, 5 de septiembre de 2016

Posted by Dante Romero On 15:40
Me hicieron la pregunta el otro día y hallé las siguientes respuestas que hoy comparto con ustedes mis lectoras (es).

La escritura es buena para el alma.

Así lo siento, al menos en mi caso. Escribir me regocija y sólo estoy haciendo uso de un don maravilloso que Dios nos ha dado a todos. Por eso dedicar una o dos horas a escribir, me hace sentir bien.



Me gusta ver germinar una historia.

Es para mí emocionante ver surgir una de mis novelas. Desde la primera que escribí, hasta las cinco que hoy escribo. Sí; les confesaré esto, no puedo escribir una sola, siento que algo me falta cuando lo hago. Cada una tiene sus propios detalles, sus conflictos y aventuras. Por eso también me encanta tomarme el tiempo en cada una, después de todo escribir no tiene plazos, salvo que tengas el límite de un concurso o de algún jefe.

Viajo, viajo y viajo.

Sí, me encanta viajar y en mis novelas puedo cumplir con este gusto. Cuando viajo en tiempo presente, suelo utilizar la maravilla de un viaje virtual que me ofrece: Google Earth. Con ellos llego a cualquier lugar del mundo y así puedo documentar de detalles pequeños o grandes mis historias. Cuando viajo al pasado, suelo ver imágenes de la gente y lugares de esa época, trato de ser parte de ellos. Escribir es entonces hacer lo que tanto me gusta: viajar.

Consolidar mis personajes.

Una de las novelas que escribo, trata sobre una venganza que atraviesa varios siglos, hasta llegar a nuestra época. Pronto llegaré al punto final. En ella el personaje iniciador de toda esta venganza es una mujer, creo que hubiese sido fácil si fuese un varón. Me costó trabajo al inicio otorgarle las características que yo buscaba, al final pregunté a varias amigas: ¿qué harías si se te presentará este acontecimiento en tu vida en esta época pasada? A mi personaje, lo vestí entonces de todas esas características que ciertamente superaron las que inicialmente me formé.

Dar la bienvenida a una nueva idea.

Sí, es delicioso ver llegar una nueva idea, mientras saboreo una taza de café. Mientras veo caer la llovizna y siento frío. Una nueva historia, nuevos personajes. Muchas veces quisiera “retardar su aparición” pues aún no he concluido con las otras.

Darle a las hojas de papel y las teclas de mi computadora.

Suelo escribir cada historia en hojas de papel, mientras camino alrededor de mi sala, dando vueltas y vueltas, deteniéndome algunos minutos para ver por la ventana a alguna persona haciendo ejercicios en el parque u otra paseando a su mascota. No puedo escribir sentado. Tengo que estar en movimiento. Luego viene hacer el otro trabajo, pasar lo del papel a mi computadora y comenzar a ver esa transformación de mi novela. Esto es algo que me encanta.

Las palabras como piezas de un rompecabezas.

Ya en mi computadora, lo que escribí en papel surge comienza a tener vida, esa en donde las palabras se van uniendo como piezas de un rompecabezas. Existen momentos, cuando termino de escribir y lo leo, cuando me digo: ¿yo escribí esto? Bueno, te felicito Dante, esto está de maravilla.

Vivir vidas que son más grandes.

Me gusta que mis personajes vivan vidas que a mí me gustaría vivir. Bueno, ciertamente como mis anteriores artículos, ya deben de saber que siento que he vivido tantas vidas… como he muerto en tantas otras.

Compartir mi historia con los demás.

Finalmente llega lo bonito de escribir una historia, el poder compartirla con los demás. Esperar que te lean, que te hagan llegar algún halago, comentario, etc. Como el de mi amiga española Inmaculada Limón, que hace poco me escribió en Twitter: ¡deseando leerte! Existen tantas satisfacciones.

Si mi artículo fue de su agrado lo invito a compartirlo en sus redes sociales e incluso dejarme algún comentario.

Hasta pronto.

Buen día para todos. Felicidad en sus hogares. Nos leemos.

Dante Romero

Consultor en ventas, negociación, recursos humanos, introducing bróker | Escritor Amazon.com

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lunes, 29 de agosto de 2016

Posted by Dante Romero On 1:30
Lo que voy narrarles hoy, es un acontecimiento que sólo lo conocían mis familiares. Y ahora ustedes.

Para quienes hemos tenido la dicha de conocer a nuestras abuelas y de escuchar de ellas sus anécdotas y consejos, así como saborear algún rico postre o comida, pues hemos vivido momentos que nos llenan la vida.

Recuerdo que cuando tuve mi primer empleo, yo no poseía ningún terno, mi indumentaria hasta ese momento era informal, jeans y camisas. Mi abuela Ángela me sorprendió un día y me entregó el dinero para comprarlo, al principio no quise aceptarlo, pues sé que ella ahorraba para los arreglos de su casa, su salud etc. Pero ella insistió tanto, que ese día me compré como ella me dijo: el mejor de todos los ternos.



Nunca me dijo nada al respecto de devolverle el dinero, pero lo hice desde mi primer sueldo y hasta le pedí que me acompañara para ayudarme en decidirme el color del segundo.

Para ese primer empleo, mi abuela Raquel me obsequió también una linda corbata italiana. Creo que ambas competían por llenarme de regalos. Desde aquella vez, las corbatas italianas tienen un gran significado para mí cada vez que voy a comprar alguna.

Pero más allá de los regalos físicos, el mejor de todos fue ese regalo de abuelas que cada una me obsequió al momento de sus muertes.

Desde luego que nadie quiere que sus abuelas mueran, pero llegamos con mucho dolor a comprender que ese es un acto inevitable de nuestro destino, finito.

Cuando mi abuela Raquel murió, sucedió algo que nunca olvidaré, algo que sin duda alguna marcó mi vida para siempre.

Para aquel tiempo la salud de ella se había quebrado mucho. El médico anunció a la familia que sólo restaba esperar el momento final.

Todos sentíamos esa angustia, ese hondo pesar por lo que le ocurriría. Yo quise estar siempre a su lado, no tenía sueño alguno y ya eran como la una de la madrugada. Por momentos entraba y salía de la habitación. Hasta que cogí una silla y la ubiqué a los pies de su cama.

Desde ahí la contemplaba en silencio. Después de unos treinta minutos, la respiración de mi abuela se hizo pesada. Le costaba respirar. Cada vez su suplicio se prolongaba más, hasta que en uno de ellos, simplemente dejó de hacerlo.

Yo me mantuve sereno, ni siquiera me incorporé. Simplemente no dejaba de verla, tal vez tratando de asimilar lo que era ver morir por primera vez a un ser humano.

Recuerdo que una tía mía se arrodilló a su lado y le dijo:
—Mamá perdóname.

Hasta hoy ignoro el porqué de eso.

Luego mi madre, mi tía y mi prima se fundieron en un abrazo común, de esos cuando las cabezas se juntan unas con otras y los brazos cuelgan de los hombros. Yo para todas ellas no parecía existir en aquella habitación.

Lo que sucedió inmediatamente después, me paralizó por completo en aquella silla.

Del centro del pecho de mi abuela comenzó a emerger un hilo de luz. Sí, un hilo de luz, muy fino al principio, luego más intenso. Era una luz exageradamente blanca.

De pronto esa luz llenó con su intensidad toda la habitación. Traté en ese momento de llamar la atención de mi tía, mi madre o quien quiera que me viera, pero tenía un nudo en la garganta. Esa fue la primera vez en mi vida que he sentido el significado de: tener un nudo en la garganta.

Luego me tranquilicé.

La luz adoptó una forma esférica del tamaño de una pelota de básquet. En su interior se movían otras franjas de luces. Esa esfera tenía alguna forma de vida.

Aquella esfera flotó sobre el cuerpo de mi abuela por breves segundos y luego con energía propia, comenzó a girar a bajas revoluciones. Y a moverse en mi dirección.

Recuerden que yo puse la silla al final de la cama de mi abuela. Y esa esfera de luz recorría ya sus muslos, sus rodillas y finalmente llegó a sus pies. Desde ahí saltó hacia mis piernas y se elevó hasta quedar a unos diez centímetros de mi rostro. En ese momento, créanme, me dije a mí mismo que esa era la esfera de luz más hermosa que vi en mi vida.

Cuando quise tocarla, simplemente se disparó hacia el techo y desapareció a una gran velocidad. Al hacerlo: me despeinó.

Al desaparecer recién se liberó el nudo y el dije a mi madre:
—¡Vieron la luz, la esfera de luz!

Ninguna de ellas vio nada.

Me pareció increíble que no la vieran pues esa luz iluminó toda la habitación —les dije.

Luego miré al techo y me atreví a decir:
—Adiós abuela. Y gracias por despedirte.

Recuerdo hoy a Isaac Newton, quien dijo: “La energía no se crea ni se destruye… sólo se transforma”.

Sé que mi abuela era esa brillante esfera de luz. Era hermosa. Y sé que ese fue un acto de despedida.

Años después falleció mi otra abuela: Ángela. Su muerte fue muy dolorosa, complicada con la diabetes que padecía. Recuerdo que me sentí muy triste por su partida y también por mi abuelo que se quedaría solo, sin su compañera de toda la vida.

Pero una semana después, tuve un sueño que nunca he olvidado y que hoy se los contaré:

Aparecí de pronto en unas colinas. Todo era verdor, flores y sol. Pude sentir una brisa cálida tocar mi rostro. Y de pronto, de entre todo ese bello lugar, apareció mi abuela. Su rostro era el de una muchacha de veinte. Vestía de blanco. Al mirarnos, ella simplemente me dijo:
—Yo estoy bien, mírame; yo estoy bien. No te preocupes por mí.

Yo le sonreí y en ese momento, desperté.

Ese fue el otro regalo de mis abuelas.

Ambos los valoro mucho y siempre estarán presentes en mí.

Hoy sé por ellas que existe algo más hermoso después de nuestra muerte física. Otra vida, en otra dimensión.

Si alguno de ustedes ha tenido un acontecimiento semejante en sus vidas me gustaría conocerlo, para saber simplemente que no soy el único en haberlos vivido.

Si mi artículo fue de su agrado lo invito a compartirlo en sus redes sociales e incluso dejarme algún comentario.

Hasta pronto.

Buen día para todos. Felicidad en sus hogares. Nos leemos.

Dante Romero

Consultor en ventas, negociación, recursos humanos y forex | Escritor Amazon.com

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lunes, 6 de abril de 2015

Posted by Dante Romero On 1:00
Hoy quiero hablarles de Billy Wilder, uno de los directores de cine a los que admiraré por siempre. Pero antes de narrarles los consejos de escritura que él nos dejó, leamos un poco de su vida y éxitos.

Samuel Wilder, más conocido como Billy Wilder (Sucha, Imperio austrohúngaro, 22 de junio de 1906 - Hollywood, Estados Unidos, 27 de marzo de 2002), fue un director de cine y productor estadounidense de origen austríaco cinco veces ganador del Premio de la Academia.




Wilder pasó su infancia y su juventud en Austria. Su primer trabajo fue como cronista en el periódico austriaco Juranek. Continuó trabajando como cronista en Berlín, y tuvo que alternar esta ocupación con otras para sobrevivir. Allí se aficionó al cine, tras ver diversas películas que le impresionaron hondamente. Una de ellas fue, El acorazado Potemkin, de Sergéi Eisenstein.

Tras la subida al poder de Hitler, Wilder se vio obligado a abandonar Berlín, debido a su ascendencia judía. Su madre moriría en los campos de concentración de Auschwitz. Estuvo en París y, desde allí, en 1934 se trasladó a Estados Unidos, junto al actor Peter Lorre. Wilder y Lorre compartieron un apartamento, como también el hambre y varios momentos difíciles durante una temporada. Allí comenzó a trabajar como guionista para la Paramount, y tuvo la ocasión de colaborar con Ernst Lubitsch, su gran maestro. Al funeral de éste acudieron, entre otros, Wilder y su colega y amigo William Wyler. A la salida del mismo, ambos comentaron: "Nos hemos quedado sin Lubitsch". "Peor aún, nos hemos quedado sin las películas de Lubitsch".

Como guionista, Wilder escribió: 60 películas. Como director, realizó 26 películas. Fue galardonado con seis Óscar tras haber sido nominado en 21 ocasiones.


En 1981 dirigió su última película: Aquí, un amigo. A partir de entonces las compañías aseguradoras ya no querían asegurar más películas suyas, debido a su avanzada edad. Murió 21 años más tarde, a la edad de 95 años, en su residencia de Beverly Hills a causa de una neumonía. Sus restos se encuentran en el Cementerio Westwood Village Memorial Park de Los Ángeles, California. En su lápida Billy Wilder dejó su epitafio, que dice: "I'm a writer but then nobody's perfect" ("Soy escritor, pero nadie es perfecto").



Pero Wilder no solo nos dejó sus exitosas películas, sino también una interesante lista con “Diez reglas para hacer buenas películas” que, además de ser utilizada por los guionistas, también puede ser usada por los escritores para ayudarles a escribir historias sorprendentes. Aquí sus consejos:

1. El público es voluble
Sé fiel a ti mismo cuando escribas. No trates de imitar a los autores en la lista de los más vendidos del momento.

2. Agárralos por el cuello… y no los sueltes nunca.
Comienza tu historia con una escena que atrape, que cautive al lector y le haga desear saber qué será lo próximo o por qué ha ocurrido algo, o quién es el personaje. Introduce a tus interesantes y provocativos personajes y pon en marcha el conflicto cuanto antes.

3. Crea una línea de acción clara
Desarrolla una línea de acción clara para tu protagonista. El protagonista de la historia debe ser creíble y dirigirse hacia una meta. Haz que sea alguien a quien el lector quiera seguir hasta el final.

4. Ten claro hacia dónde vas
No hace falta que sepas todos los detalles de tu historia, antes de empezar a escribirla, pero tener una buena idea de lo que quieres hacer, para que el lector piense, sienta o haga cuando cierre el libro, te dará una dirección y te ayudará a mantenerte enfocado a medida que escribes.

5. Sé sutil y elegante
Cuanto más sutil y elegante seas al ocultar los giros de la trama, mejor serás como escritor. Escribe de tal forma que tus escenas no parezcan una sucesión de eventos. Esconde los giros del diálogo en la ambientación. Mezcla las cosas y sorprende al lector.

6. Escribe el primer acto mejor
Si tienes un problema con el tercer acto, el problema real está en el primer acto. Revisa el punto dos de la lista.

7. Tendrás lectores inteligentes
Los buenos escritores asumen que tienen lectores inteligentes. No se lo des todo mascado. Haz que se involucren en tu historia.

8. Dale al lector información fresca
No describas lo que el público ya ve por sí mismo. Añade lo que van a ver, usa cada oportunidad para avanzar y mejorar tu historia.

9. Anticipa el final
El evento que ocurre al cerrarse la cortina del segundo acto, es el disparador del final de la película. Este consejo nos recuerda que la escritura es artesanía. Se necesita planificación, creatividad y trabajo duro para ofrecer al lector un viaje hacia un final satisfactorio.

10. Aprende a terminar tu historia
El tercer acto debe construirse, construirse y construirse con ritmo y acción hasta la última escena. No te andes con rodeos. Escríbelo de tal manera que el lector no desee que se acabe el libro y quiera compartirlo con todo el mundo.


Bueno: ¿qué les parece esta lista de consejos? ¿Están de acuerdo con Billy Wilder? Si es así, pueden compartirlo en sus redes sociales y hasta dejarme algún comentario.

Hasta pronto.

Buen día para todos. Felicidad en sus hogares. Nos leemos.

Dante Romero

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viernes, 27 de marzo de 2015

Posted by Dante Romero On 9:58
Hace poco abrí Flightradar24.com, un sitio web que sigue el vuelo de los aviones comerciales desde los aeropuertos de origen a destino. Al vivir en Perú, el sitio se abrió mostrándome Sudamérica. Luego hice clic en un “avioncito amarillo” y se me mostró la imagen del avión, su horario de partida y llegada, etc. Supe entonces que llegaba desde la ciudad del Cusco a Lima. Pero como buen curioso, me desplacé poco a poco al norte y fue sorprendente ingresar a territorio norteamericano y ver como la silueta de este país casi parecía desaparecer con cientos o miles (no los conté) de avioncitos que volaban sobre su territorio en ese momento. Quedé impactado. Luego me ingresé a Europa y Asia, los resultados fueron semejantes.



Pensé en lo ocurrido con el vuelo 4U9525 de Germanwings, una filial del grupo alemán Lufthansa, lo cual para mí dejó de ser un acto de suicidio, para convertirse en asesinato múltiple.

Hoy los aviones comerciales han evolucionado en diseño, motores, tecnología y seguridad, pero: ¿los pilotos?

Recuerdo uno de los episodios de Mayday de National Geographic, el caso del vuelo 004 de Lauda Air, ocurrido el 26 de mayo de 1991 en Tailandia. Ese día en pleno vuelo, se activó el empuje inverso en uno de los motores, normalmente usado durante el aterrizaje para “frenar” el avión. Esto originó la caída en picado del Boeing 767. Ese día murieron 223 pasajeros y 10 tripulantes.

El dueño de la aerolínea en aquel entonces era el austriaco Nikki Lauda, piloto de Fórmula 1 a quien admiro bastante. Fue campeón del mundo en 1975, 1977 y 1984. Acumuló a lo largo de su carrera 25 victorias y 54 podios.



Deseoso de limpiar el nombre de sus pilotos y el suyo propio, el señor Lauda se involucró en la investigación que llevó a la compañía Boeing al descubrimiento, de que algo que parecía imposible de suceder para sus diseñadores, que dos válvulas de comando en el motor se activaran simultáneamente, sucediera. El incidente llevó a que Boeing modificara el sistema de inversión de empuje para prevenir sucesos similares.

Aunque duela decirlo: esas muertes ayudaron a prevenir otras.

Pero con lo sucedido con el vuelo 4U9525 de Germanwings, me pregunto: ¿tal vez nos olvidamos de afinar el estudio en la personalidad y mente de los pilotos en este tiempo del siglo XXI?

¿Qué pruebas psicológicas debemos suministrar ahora para explorar y ahondar en la mente de ellos?

Es inadmisible que un individuo cuya estructura de personalidad debió mostrar en los campos requeridos: ausencia de compasión, conflictos afectivos-sexuales e imaginativos, conflictos en sus metas y de aceptación de normas y valores, haya podido acceder al puesto de copiloto.

Es seguro que alguien o algo se pasó por alto, en lo que respecta a este asesino. Y ese “algo” es lo que no debería volver a ocurrir.

Para muchos escritores como yo, que narramos o queremos narrar sobre asesinos, debemos estudiar literatura especializada antes de iniciar un capítulo (yo he leído y continuo leyendo mucho al respecto).  Esa literatura nos diría que un crimen así, requiere planificación y es parte de una mente organizada. Este tipo de asesino hizo realidad su fantasía, igualada con su ego y su egoísmo; elegir el arma más grande sobre la tierra: el Airbus A320. Un crimen que no finaliza con la muerte de pasajeros y tripulantes, sino que va más allá, pues busca perdurar y dañar así a las familias de todos ellos. Tal vez ese fue el fin, matar también a sus propios padres, hoy acosados por policías y periodistas.

Aunque es doloroso decirlo, la aviación comercial ha evolucionado también de los errores. Ahora debemos emprender la estructura para seleccionar de la manera más idónea al piloto comercial en este siglo XXI. Dueños de aerolíneas y psicólogos de organizaciones deben ser quienes introduzcan el cambio.

Espero que si mi artículo fue de su agrado, me deje sus comentarios o pueda darle mayor difusión en las redes sociales. Gracias. Hasta pronto.

Buen día para todos. Felicidad en sus hogares. Nos leemos.

Dante Romero
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Aquí el enlace de: Flightradar24.com




lunes, 9 de febrero de 2015

Posted by Dante Romero On 1:00
Una escritora dice, que de las diez novelas que tiene en Amazon, dos son las que más se venden.

Visto de otra forma podríamos decir: que el 20% de sus novelas (dos) le generan el 80% de sus ingresos. ¿Y el resto? Podemos deducir por el principio de Pareto que del 80% restante (8 novelas) ella obtiene el 20% de sus ingresos. El ingreso mensual de esta escritora es del orden de los US$ 4,000 les dejo a ustedes realizar los números adicionales.

Cuando en abril 2011 subí mi primera novela a Amazon, recibí de ellos un correo electrónico firmado por la propia gerente de marketing y ventas, en el cual me recomendaba les haga llegar otras nueve novelas para completar diez, pues esa era una cifra que me permitiría lograr adecuados ingresos económicos de su empresa.

Le respondí que no era mi ambición obtener dinero de ella, pero sin embargo tenía 18 proyectos por terminar. Eso le pareció fabuloso.

El principio de Pareto (PdP) o regla del 80/20 dice: que el 20% del esfuerzo genera el 80% de los resultados.



Desde luego, esto lo podemos aplicar en nuestra vida diaria y también en las estrategias de ventas para nuestras novelas.

También existen en Amazon el caso de escritoras (es) que subieron su primera novela y se convirtieron en best-seller de inmediato. Sin embargo, posteriormente subieron otras y el resultado si bien fue bueno, mostró que sus ventas no alcanzaron al de la primera.


Hoy en día empresas e industrias aplican el PdP porque brinda gran ayuda para el logro de objetivos.

En logística, controlando el 20% de los productos almacenados, obtenemos control del 80% del valor de los artículos de un almacén. En control de calidad, el 80% de los defectos radican en el 20% de los procesos. En el desarrollo de software, diremos que el 80% del esfuerzo de desarrollo en tiempo y recursos, produce el 20% del código, mientras que el 80% restante es producido con tan solo un 20% de esfuerzo.



Entonces, si aplicamos el principio de Pareto en nuestra vida diaria, diremos:

·        El 80% de su éxito depende del 20% de su esfuerzo.
·  El 20% de todos los ejercicios que realice, significarán el 80% de beneficios para su cuerpo y salud.



Y aplicando el PdP como escritores:

·        El 20% de nuestros lectores genera el 80% de nuestros ingresos.
·      El 20% de los países donde se distribuyen nuestras novelas generarán el 80% de nuestras ventas.

Y ahora supongamos que la escritora de la que hablé al principio, cuyas dos novelas le generan el 80% de sus ingresos, decidiera escribir más novelas con el mismo valor literario e importante de aquellas dos. Y al mismo tiempo deshacerse de todas las demás. Entonces por el PdP tendríamos que ahora ese nuevo 20% de sus novelas le generarían igualmente el 80% de sus ingresos, pero ese restante 80% sería mucho más grande, debido a que las nuevas novelas le han dotado de calidad y no de cantidad.

Y para las editoriales…

Pues también aplican el PdP. Ellas saben que el 20% de los libros que editan son los que más impresiones tendrán y también a los que darán más recursos de imagen y publicidad. Sin embargo ese restante 80% solo será para ellas, libros de “complemento” con bajas impresiones y casi nula publicidad.

Por tanto, cuando aceptemos firmar contrato con ellas sabremos si somos parte de su 20 u 80% según el número de ejemplares que nos propongan editar.


En mi caso…

Se dice que… “el gallo viejo con las alas mata”. En estos tres últimos años he continuado escribiendo y estoy próximo a presentar para Amazon cuatro novelas; con ellas sumaré seis y un libro de autoayuda. Total siete libros. Por tanto aplicando el PdP puedo decir con certeza que uno de esos siete, me generará el 80% de mis próximos ingresos y que también tendrá altas probabilidades de convertirse en best-seller. Y creo conocer cuál de todas será.

Recomendación; si usted presenta su novela a Amazon y no tiene éxito, pero usted está seguro de lo que hace, entonces debe continuar escribiendo. Trate de evaluar los posibles errores cometidos. Reúna sus novelas —como yo— para presentarlas en un solo acto o en dos. Desde luego que esas novelas deberán mostrarse superiores a su primera novela. Ahora que si usted fue un “suertudo” con su primera novela, igualmente, trate de mantener la calidad de la primera.

¡Tengan presente la regla del 80/20 y éxitos!

Espero que mi artículo haya sido de su agrado. Espero sus comentarios. Hasta pronto.


Buen día para todos. Felicidad en sus hogares. Nos leemos.

Dante Romero
Escritor Amazon.com



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